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La relación entre inteligencia artificial (IA) y las emociones humanas, sobre todo en el contexto de nuestras preferencias alimentarias, es un campo de investigación fascinante y en constante evolución. Aunque la IA ha zancadas en los últimos años, se ha centrado predominantemente en los aspectos analíticos y lógicos de la inteligencia humana. Inteligencia emocionalque desempeña un papel crucial en nuestra vida cotidiana, se ha pasado por alto en gran medida en el desarrollo de la IA. Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania se ha embarcado en un viaje pionero para salvar esta brecha y crear sistemas de Inteligencia Artificial Emocional que incorporen la inteligencia emocional.
Comprender la complejidad del comportamiento humano
El comportamiento humano es una intrincada interacción de necesidades fisiológicas y deseos psicológicos. Las emociones dictan a menudo nuestras decisiones, y esta complejidad ha supuesto un reto para la creación de sistemas de inteligencia artificial emocional, que suelen basarse en modelos matemáticos y datos para sus procesos de toma de decisiones. A diferencia del comportamiento humano, que es observable pero difícil de medir con precisión, replicar la inteligencia emocional en un robot es actualmente un objetivo difícil de alcanzar.
El papel del gusto en la inteligencia emocional
Uno de los aspectos fascinantes de la inteligencia emocional en el comportamiento humano es nuestra relación con la comida. Lo que elegimos para comer está profundamente influenciado por el proceso de gustación, que se refiere a cómo nuestro sentido del gusto guía nuestras elecciones alimentarias en función de las preferencias de sabor. Este proceso difiere del de comer únicamente por hambre fisiológica.
Imagina que tienes acceso a una gran variedad de alimentos. Es poco probable que elija algo muy amargo; en su lugar, optaría por algo más dulce. Esta preferencia muestra cómo nuestro estado psicológico influye en nuestras elecciones alimentarias incluso cuando no tenemos hambre física.
Replicar la experiencia gustativa en la IA
Los investigadores de Penn State han desarrollado un novedoso método para imitar la experiencia gustativa humana en la IA. Han creado una "lengua electrónica" y una "corteza gustativa electrónica" utilizando materiales 2D, que son materiales increíblemente finos compuestos de uno a unos pocos átomos.
Las "papilas gustativas" electrónicas de este sistema consisten en diminutos sensores basados en grafeno llamados quimitransistores, capaces de detectar moléculas de gas o químicas. La "corteza gustativa" incorpora memtransistores, un tipo de transistor capaz de recordar señales pasadas, fabricados con disulfuro de molibdeno. Esta configuración permite crear una "corteza gustativa electrónica" que conecta las "neuronas del hambre" fisiológicas, las "neuronas del apetito" psicológicas y un "circuito de alimentación".
Por ejemplo, cuando el aparato detecta sal (cloruro sódico), detecta iones de sodio, lo que le permite "saborear" la sal.
Puntos fuertes de los materiales 2D
La elección de dos materiales 2D distintos, el grafeno y el disulfuro de molibdeno, complementa los puntos fuertes de cada uno para formar este sistema gustativo artificial. El grafeno es un excelente sensor químico, mientras que el disulfuro de molibdeno funciona como semiconductor para circuitos y lógica, fundamental para imitar los circuitos cerebrales.
Aplicaciones de la tecnología
Las aplicaciones potenciales de este sistema robótico gustativo son prometedoras. Desde dietas generadas por inteligencia emocional para controlar el peso hasta recomendaciones personalizadas de comidas en restaurantes. El próximo objetivo de los investigadores es ampliar la gama de sabores que puede reconocer la lengua electrónica.
Su objetivo es crear matrices de dispositivos de grafeno que imiten los aproximadamente 10.000 receptores gustativos de nuestra lengua, cada uno ligeramente distinto de los demás, lo que permitiría discriminar sutiles diferencias de sabor. En última instancia, prevén sistemas de IA que puedan entrenarse para sobresalir en tareas como la cata de vinos.
Sabor a futuro y más allá
Además de mejorar la tecnología para la degustación, los investigadores planean integrar la "lengua" y el "circuito gustativo" en un único chip, racionalizando aún más el sistema. Además, aspiran a extender este concepto de inteligencia emocional gustativa a otros sentidos humanos, como la vista, el oído, el tacto y el olfato, contribuyendo así al desarrollo de sistemas avanzados de inteligencia artificial emocional.
Aunque los circuitos demostrados en esta investigación son relativamente sencillos, el objetivo es perfeccionarlos aún más para reproducir fielmente el comportamiento humano. A medida que avance nuestro conocimiento del cerebro humano, estas tecnologías podrán ser aún más sofisticadas.
Colaboradores y financiación
En el estudio participó un equipo de investigadores formado por Dipanjan Sen, Akshay Wali y Harikrishnan Ravichandran, junto con los autores Saptarshi Das, Andrew Pannone y Subir Ghosh. La investigación recibió apoyo de la Oficina de Investigación del Ejército de los Estados Unidos y del premio Early CAREER de la Fundación Nacional de la Ciencia.
A medida que seguimos explorando el complejo ámbito del comportamiento y las emociones humanas, la integración de la inteligencia emocional en sistemas de IA como esta lengua electrónica supone un paso emocionante hacia la creación de una IA que nos entienda e interactúe con nosotros de forma más parecida a como lo hacen los humanos.
Una respuesta a «Emotional Artificial Intelligence: Can AI Get Hungry?»
[…] AI’s ability to learn and adapt reflects the dynamism inherent in human intelligence, maybe AI will even learn to get hungry. However, the integration of AI into various aspects of society prompts questions about the nature […]