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El síndrome de fatiga crónica (SFC), una enfermedad compleja y debilitante, afecta a millones de personas en todo el mundo. Lamentablemente, muchos pacientes con SFC se encuentran con un obstáculo adicional en su viaje sanitario: la incredulidad de los médicos. Este fenómeno puede crear una situación de gaslighting médico que experimentan los pacientes con SFC. Exploremos este relato para comprender mejor la dinámica de la relación médico-paciente y su impacto en las personas con SFC.
¿Qué es el síndrome de fatiga crónica?
El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica (EM), es una enfermedad compleja y debilitante caracterizada por una fatiga persistente que no se alivia con el reposo y que no se explica por ninguna otra afección médica subyacente. El SFC afecta a múltiples sistemas corporales y puede repercutir significativamente en el funcionamiento diario y la calidad de vida de una persona.
Aún se desconoce la causa exacta del SFC, y se está investigando para comprender mejor sus mecanismos subyacentes. Se cree que el SFC puede ser el resultado de una combinación de factores, como infecciones víricas o bacterianas, desregulación del sistema inmunitario, desequilibrios hormonales, predisposición genética y desencadenantes ambientales.
El síntoma principal del SFC es una fatiga abrumadora que no se alivia con el reposo y que dura al menos seis meses. Esta fatiga suele ir acompañada de otros síntomas:
- Malestar postesfuerzo (MPE): Tras un esfuerzo físico o mental, las personas con SFC experimentan un empeoramiento de los síntomas que puede durar días o incluso semanas.
- Dificultades cognitivas: El SFC suele implicar problemas de memoria, concentración y función cognitiva en general, lo que se conoce comúnmente como "niebla cerebral."
- Alteraciones del sueño: Muchos pacientes con SFC luchan con un sueño no reparador, insomnio u otros trastornos del sueño, que contribuyen aún más a su fatiga y disfunción diurna.
- Dolor y dolores musculares: Las personas con SFC pueden experimentar dolor generalizado, dolor articular y dolores musculares.
- Síntomas parecidos a los de la gripe: El SFC puede causar síntomas similares a los de una enfermedad vírica, como dolor de garganta, sensibilidad en los ganglios linfáticos, dolores de cabeza y fiebre baja.
- Disfunción autonómica: Algunos pacientes con SFC pueden experimentar mareos, intolerancia ortostática (dificultad para tolerar posturas erguidas) e irregularidades en la regulación de la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
¿Cómo se diagnostica el síndrome de fatiga crónica?
El diagnóstico del SFC puede resultar difícil debido a la ausencia de pruebas diagnósticas o biomarcadores específicos. Los profesionales sanitarios suelen basarse en la historia clínica, exámenes físicos exhaustivos y la exclusión de otras afecciones médicas que puedan presentar síntomas similares. Es importante señalar que el SFC es un diagnóstico de exclusión, lo que significa que deben descartarse otras posibles causas de los síntomas antes de considerar el SFC.
¿Puede el síndrome de fatiga crónica dar lugar a un "gaslighting" médico?
El síndrome de fatiga crónica (SFC) puede dar lugar a situaciones de gaslighting médico. El gaslighting médico se refiere a la experiencia de los pacientes que son invalidados, descartados o puestos en duda por los profesionales sanitarios en relación con sus síntomas, experiencias o condición médica. Este fenómeno puede ser especialmente frecuente en los casos en que la enfermedad no se conoce bien o carece de marcadores diagnósticos claros, como suele ocurrir con el SFC.
He aquí cómo el SFC y la incredulidad de un médico pueden contribuir al gaslighting médico:
- Menospreciar la fatiga: El síntoma distintivo del SFC es la fatiga extrema que afecta significativamente al funcionamiento diario. Sin embargo, algunos profesionales sanitarios pueden restarle importancia o desestimar esta fatiga, atribuyéndola a un cansancio común o a factores psicológicos. Esta desestimación puede hacer que los pacientes se sientan invalidados y duden de la gravedad de sus síntomas.
- Falta de reconocimiento y diagnóstico: El SFC es una enfermedad compleja sin pruebas diagnósticas específicas, lo que dificulta la obtención de un diagnóstico oportuno y preciso. Los pacientes pueden enfrentarse a la frustrante experiencia de visitar a varios médicos, someterse a pruebas innecesarias y recibir explicaciones contradictorias sobre sus síntomas. Este proceso de búsqueda de validación y comprensión puede contribuir a generar sentimientos de gaslighting y socavar la confianza del paciente en el sistema médico.
- Atribución a factores psicológicos: Debido a la falta de una comprensión clara y de criterios diagnósticos para el SFC, algunos profesionales sanitarios pueden atribuir los síntomas a causas psicológicas, como la depresión o la ansiedad. Aunque los problemas de salud mental pueden coexistir con el SFC, atribuir únicamente la enfermedad a factores psicológicos sin tener en cuenta los aspectos fisiológicos puede ser despectivo e invalidante para los pacientes.
- Opciones de tratamiento inadecuadas: La limitada comprensión del SFC y la ausencia de una cura o tratamiento específico pueden conducir a la frustración y desesperanza de los pacientes. Algunos profesionales sanitarios pueden ofrecer soluciones simplistas, como ejercicio o terapia, sin reconocer plenamente la compleja naturaleza del trastorno. Esta simplificación excesiva puede hacer que los pacientes no se sientan escuchados y que sus experiencias se trivialicen.
- Descarte de síntomas adicionales: El SFC se asocia a una serie de síntomas que van más allá de la fatiga, como dificultades cognitivas, dolor, trastornos del sueño y síntomas gripales. Cuando los pacientes presentan estos síntomas a los profesionales sanitarios, es posible que se muestren incrédulos o que los descarten por considerarlos exagerados o no relacionados. Esto puede hacer que los pacientes se sientan invalidados y contribuir aún más a su sensación de "luz de gas".
Cómo hacer frente a los gases médicos
Hacer frente al gaslighting médico requiere un enfoque proactivo. En primer lugar, confíe en sus instintos y valide sus experiencias. Busque una segunda opinión de un profesional sanitario que escuche y respete sus preocupaciones. Infórmese sobre su enfermedad y reúna pruebas que la apoyen. Comuníquese de forma asertiva, expresando claramente sus síntomas y el impacto que tienen en su vida diaria. Si es necesario, considere la posibilidad de buscar apoyo en grupos de defensa del paciente o profesionales de la salud mental que comprendan los retos que plantea el gaslighting médico. Recuerde que merece una atención compasiva y respetuosa. Si desea conocer más estrategias y recursos para hacer frente al gaslighting médico, consulte el artículo de nuestro blog "Cuando su médico no le cree: Navegando por el gaslighting médico“